Te vi

En esa terraza te vi esa noche de diciembre, la luna estaba redonda, esa redondez se reflejaba en tus pupilas y hacía que tus ojos brillaran. No sé si éramos miles o cinco, si te diste cuenta de que te miré o si  es que el viento era tan fuerte como para que me cambiaras el lugar. Sólo sé que te vi cuando entraste y que tuve ganas de hablarte. Sólo me importa recordar que estabas puesto en el mismo espacio de tiempo y lugar que el mío… Si fue obra de la casualidad, de la estrategia o de la causalidad no lo sé, porque de alguna manera creo que esa noche nos lo tenía todo preparado para que nos cruzáramos, para que se cruzaran nuestras miradas.

Aquella noche las palabras flotaban en el aire como sostenidas por luciérnagas y giraban alrededor nuestro, desenfrenadas y calmas a la vez, iban y venían con distintos matices; se movían con el viento, algunas volaban y se iban lejos, otras seguían cerca de nosotros.

Cuando llegó el amanecer, las luciérnagas se apagaron y las palabras cayeron al piso… y en vez apareció un silencio lleno de interferencias, traducidas en algunos besos, en el roce de nuestra piel, en la cercanía de nuestros cuerpos, en un número de celular y en la espera del llamado. 

Hoy vuelve a ser noche de luna llena como el mes pasado, las estrellas parecen colgadas del cielo, la luna está en todo su esplendor y yo no veo tus pupilas en este espacio, las siento lejos, quizás nunca las vi y fue toda una ilusión, quizás nunca nos vimos en la terraza y yo le esté escribiendo a un destinatario desconocido, a alguien que imaginé dentro de mi cabeza, pero no, sé que no es así, vos existís, lo sé porque desde hace muchos días que no puedo dejar de pensar en vos.

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