MEZCLA-DOS
El sonido de la comida hirviendo, el aroma del laurel me trajeron esos recuerdos… de tiempos pasados en la cocina de la casa de mi abuela…
Y allí estábamos, una vez más, en el mismo momento y lugar. Aroma a laurel, a orégano… Tus besos en todo mi cuerpo, tus manos dándome, tu cuerpo vibrando, el mío renaciendo…
Las luces de colores llegaban a
cada poro de nuestra piel, iluminaban tus ojos, tu corazón. Los reflejos verdes
como flechas se metieron en mi piel, me retuvieron, me apretaron, no me dejaron
mover… Luego llegó el humo blanco que me dejó en una niebla lívida.
De pronto apareció tu sonrisa, tu
cuerpo moviéndose al son de los tambores, y fue en ese instante en el que sentí
que ya no formaba parte ni de tu mundo ni del mío; ahora estaba en un mundo de
luces psicodélicas que bailaban en armonía con la música, en un mundo donde se
empezaban a mezclar el aroma a comida con el de los besos dulces, la piel
salada.
Las luces de colores llenaban
todo, la música de los timbales vibraba en mi cuerpo, el humo no me dejaba ver
el camino, el reloj detenido en esa noche infinita.
Y de pronto vos y yo, frente a
frente, mirándonos a los ojos con deseo, acercándonos, tocándonos,
sintiéndonos, besándonos, encontrando una nueva forma de renacer…
“Recuerda que este
mundo no es real.
Es el recinto de las
apariencias
donde intentas ganar a
lo que simula ser
con tu conocimiento de
lo que realmente es”.
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