La despedida
Camino hacia la puerta de tu taller. No hay nadie en esta
parte del edificio. Solo hay mucho viento. Me parece oír tu voz, me apuro en
llegar. La puerta está cerrada. Es una tarde de invierno; pareciera como si
este edificio estuviera vacío, vacío de los que habitan, del personal de
seguridad, vacío por todos lados.
Tengo demasiado frío. Si estuvieras acá,
podríamos estar tomando un café batido, de esos que me hacías. Me quedo parada
frente a la puerta, mirándola. Recuerdo aquel mediodía en el que bajé a pedirte
ayuda para arreglar el cajón. Aún me parece estar escuchando la canción “Killing
me softly”, es como si la melodía saliera por debajo de esta puerta cerrada.
Nunca te lo dije: me hubiera encantado que la bailáramos juntos.
Cierro los ojos
y empiezo a moverme al sonido de esa canción. Tendríamos que haberla cantado
juntos, también. Sonrío imaginando cómo te reirías si te dijera esto, lo de
cantar juntos. Me pongo a cantar, no voy a hacer que vuelvas, pero voy a
rendirnos una especie de homenaje. “Me dijeron que cantaba una buena canción,
que la cantaba con estilo, así que vine a ver y escucharle un rato. Y ahí
estaba él, como un joven niño, un extraño a mis ojos”. Y canto la parte que más nos gustaba:
“Contando toda mi vida con sus palabras, matándome suavemente con su canción”.
Quisiera darme vuelta y que estuvieras ahí parado. O seguir parada acá y
escuchar que te venís riendo. Sigue el silencio. No vas a volver más. Eso me dijiste.
Me siento en el piso, sigo mirando hacia la puerta. Pienso que se va a abrir
mágicamente y que vas a estar ahí dentro; qué idea loca la de pensar que una
puerta se puede abrir por arte de magia; ojalá algunas puertas se abrieran por
arte de magia, ojalá pudiéramos abrir alguna puerta y encontrarnos con quien
queremos ver. Eso sí sería magia.
De pronto, me pongo a llorar, no lo puedo
evitar. Ya no te voy a volver a ver nunca más como lo hacíamos acá. Ya no queda
nada tuyo detrás de esta puerta, ni la música, ni el café. En nosotros va a
quedar esa despedida de besos, un perfume, y muchos abrazos. En mí va a quedar
esta sensación de extrañarte, de saberte fuera de acá.
Agarro de mi cartera la
carta que te escribí y nunca te pude
dar. La paso por debajo de la puerta del taller. Si algún día volvés, ahí la
vas a encontrar. Me seco las lágrimas, pero siguen saliendo. Me paro, le doy la
espalda a la puerta y ya no puedo volver a mirarla porque allí ya no queda
nada.
Aún no me olvido de la primera vez que te vi. Recuerdo que me
miraste y me hablaste, fue ahí que me hice consciente de tu presencia. Alcé los
ojos y no pude creer que me hablaras. Estaba atónito, era como si te conociera
en el ser pero no en lo físico.
Desde ese momento empecé a buscar cualquier
excusa para acercarme. Fue algo difícil. Tenía muchos miedos, había muchos
riesgos, pero después valió la pena. Años de idas y venidas. Alcancé a dejar un
recuerdo de mí en tu mente, vos en la mía. Ya casi un año que nos despedimos. Parece coincidencia, la vida y hasta en las películas, lo mejor lo deja para
el final.
No voy a volver, sé que te lo dije. El tiempo en ese lugar marcó un
fin de un ciclo para mí y apenas estaba comenzando otro, y el destino siempre
nos mantuvo distantes y con un puñado de palabras que nunca nos dijimos. Nunca
nos alcanzó el tiempo para hablarlas, era como si el reloj estuviera en contra de que estuvieras ahí.
Todavía sigo acercándome a ese lugar. Voy
esporádicamente, sigo escuchando los autos al entrar, sin evitarlo te veo en mi
mente. Jamás voy a olvidar tu sonrisa, esa mirada cuando yo me acercaba
mientras escuchábamos nuestra canción. Sigo escuchándola y vuelvo a ese
momento.
Leo tus líneas una y otra vez, me hace pensar que estoy con vos, pero abro lo ojos y sé que fue solo un sueño del cual no quiero despertar. Imagino
tu perfume en mi mente, tu pelo. Tu sonrisa y tus labios tocando los míos. Te
llevo conmigo en la distancia.
Aunque no hablemos, aunque siempre sé algo de
vos. Sé que volviste. Sé que no querés ir hacia la puerta, sé que si vas no va a
ser lo mismo. Pero te aseguro que la magia vino conmigo y en el momento que
nos reencontremos va a ser como si nunca nos hubiésemos ido.
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