Reencuentro
Después
de resumir quince años en dos horas, caminamos hacia el lago. El sol estaba en
lo alto, el frío era lo de menos. De pronto, Javier se detuvo. Lo miré. -Estás
más linda que nunca -dijo. Y mientras hablaba se iba acercando hacia mí. El
reflejo del sol iluminaba sus ojos color miel. Me puse cerca de él. Le acaricié
la cara y mirándolo a los ojos le dije: -Te estoy buscando hace más de diez
años. -Nunca te pude olvidar -dijo él. Yo tampoco -respondí. Me miró los
labios. Lo que más deseaba era que me besara. Volví a acariciarlo, ahora le
pasé la mano por el pelo que dejaba entrever algunas canas. Me agarró de la
cintura y cuando me tuvo bien cerca me besó.
Ahora entendía por qué había
extrañado tanto esos besos y esa forma de acariciarme. Ahora entendía porqué no
había podido olvidar su sonrisa. No pudimos recuperar veinte años con un beso,
pero sí pudimos recrear ese amor adolescente que una vez habíamos tenido.
Fuimos a su casa e hicimos el amor como dos adolescentes. Estuvimos toda la
noche juntos hasta que al amanecer repetimos lo que hacíamos, íbamos a comer
algo a una estación de servicio que había cerca de la casa. -¿Tal vez es amor?
-preguntó en voz alta cuando me estaba por ir. Empezamos a reírnos y luego me fui.
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