Miradas

Mirame así, no dejes de mirarme, que nada te distraiga, seguí mirándome… Quiero que me mires toda la tarde, que me hagas el amor, quiero que me abraces.

Me dijo: "No pienses que me olvidé de vos".

Desde el jueves no lo veía. Aquel día había ido a llevarle el libro del que tanto habíamos hablado. Tiritaba de la fiebre que tenía, lo quería ver, sabía que por una semana no iba a volver. Antes de llegar, saqué el libro de la cartera y le escribí una dedicatoria. Decía que elegía regalarle un libro nuevo y que lo disfrutara. 

Cuando entré ahí estaba junto a otros más, de pronto me vi sin excusas hasta que le pregunté por el precio de algo que mi madre quería comprar y así logré restarle importancia a mi inesperada visita. Cuando los otros se fueron, le dije que estaba muerta de frío, que creía que estaba con fiebre y le agarré las manos. Estaban medio húmedas y frías. Cuando le conté a Carla que había ido a llevarle el libro con fiebre me dijo que estaba loca. Él, en cambio, lo vio como un acto lleno de amor.

-De alguna manera, voy a recompensar el esfuerzo que hiciste al traerme algo que creíste que es importante para mí –dijo.


Quería llevarle todo lo que a mí me gustaba y podría interesarle a él. Cuando cortamos la comunicación por teléfono me había dicho, "chau, un abrazo". Soñaba con que llegara ese día. ¿Me lo daría él? ¿Yo? ¿O sería mutuo? Imaginaba que podía sentir el latido de su corazón cuando estuviera abrazándolo. Imaginaba que no iba a querer soltarlo.

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